jueves, 29 de noviembre de 2012

Caída estoica y sin estilo


Me apuré a dar vuelta a la esquina mientras él todavía cruzaba la calle en dirección contraria, de espaldas a mí. Soy torpe caminando en tacos, y no quería demostrarlo con tanta alevosía. A veces camino más atrás, para contar con un poco más de anonimato. Es que los atropellados nos sentimos siempre en observación. Como si cada metro recorrido fuera una prueba y estuviese siendo registrado, un Truman Show a cada paso. Y las veredas de Buenos Aires, minadas de baldosas flojas, pozos, y las caquitas de perro que señoras y paseadores parecen ignorar con una destreza sobrecogedora, hacen de cada cuadra una hazaña digna del más hábil aventurero. 

Casi había terminado de recorrer la forma redondeada de la ochava. Uno espera que la oscuridad de la noche tape un poco los traspiés o acrobacias propias del Cirque du Soleil que hacemos para caminar casi en zancos y un vestido que apenas nos tapa el culo. Pero nada puede hacer una mujer en un Campari, que cae sin estilo al piso, justo cuando un taxi estrenando xenones frena en frente, para que suba él, el que recién caminaba en dirección contraria, el que vio toda mi tragedia desparramarse sobre ese cordón tan porteño. "Te doy una mano o te busco otro Campari?"

No hay comentarios:

Publicar un comentario